Puente de Londres
¿Encontraría a la maga?
– ¿Eres tú, amigo? –dije.
– Deséale suerte a mi sombrero de copa.
Una dalia de cristal
trazó una línea verde en mi ojo gris.
El cielo estaba afónico como un búho de níquel.
– Adiós, amigo –dije.
– Echa una hogaza y una yema de huevo en mi bombín.
Una bombilla guiñaba entre las hojas de acanto.
Mi corazón yacía como una rosa en el Támesis.
La muerte en Beverly Hills (1969)